Día de Muertos Parte 3: Los guardianes del sueño eterno

En esta vida, todo aquello que inicia tiene, sin duda alguna, que terminar y la vida no escapa a esta realidad.

En el último adiós que damos a nuestros seres queridos, principalmente a aquellos que van a reposar al cementerio, hay quienes nos ayudan en esta difícil tarea de llevar a la tierra a aquellos que nos dicen adiós.

Juan Arcángel Jiménez Rivera trabaja desde hace22 años como sepulturero en el Panteón Cimatario. Y con su trabajo ha contribuido en los servicios funerarios de varias personas.

¿Pero cómo se elige esta actividad como que da sustento en la familia?

“Yo llegué aquí por mi papá. Yo le ayudaba desde pequeño a acarrear agua y me gustó el trabajo. Por él entré aquí y me quedé porque siempre me gustó este trabajo”.

¿Cómo se preparan los trabajadores para ayudar en los servicios para sepultar a una persona?

«Estamos dentro del área de trabajo, nos pasan los servicios y nos encargamos de sepultar a la persona. Tenemos los espacios listos, las fosas y solo nos avisan de cuando va el cuerpo. Ya lo tenemos listo desde la mañana», señala.

Cuando nos ha tocado acudir a un sepelio, vemos rostros serios e inexpresivos de aquellos que preparan la fosa y depositan el cuerpo de nuestro ser querido, como si no conectaran con las emociones de los deudos. Pero esto tiene un porqué, que es el tratar todos los días con la muerte y ver esto como una trabajo para ganarse la vida, aunque hay historias que conmueven a los sepultureros.

“Sentimos como todos, tenemos sentimientos, peor con el tiempo nos vamos imponiendo a este trabajo.Sin duda cuando sepultan a un angelito (niño), nos es algo fácil. Pero una vez nos pasó una ocasión de que sepultamos un matrimonio. Ahí empezaron a discutir y se repartieron a los niños. Pero a uno de ellos, en especial, nadie lo quería llevar hasta que unos tíos ya mayores de edad lo llevaron con ellos para cuidarlos.

Dicen que solo muere lo que se olvida, pero hay quienes olvidan pronto, sobre todo, las tumbas de sus familiares

“Mucha gente dura hasta unas dos semanas viniendo casi a diario a hacer limpieza, o hasta un mes. Con el tiempo se van olvidando de la persona. En cambio, hay personas que las visitan cada semana o cada mes. Hay unas tumbas que ya están abandonadas. Ya no vienen a visitarlos porque se ven abandonadas.

Juan nos dice que a veces sus amigos y familiares le preguntan que si no le da miedo trabajar en un panteón, en donde ha estado gran parte de su vida, a lo que nos comenta.

“Mucha gente nos pregunta que si no tenemos miedo y nosotros bromeando les decimos como dice el dicho de que hay que tenerle más miedo a los vivos. Pero nosotros ya nos acostumbramos ya a andar aquí, y lo vemos como trabajo, es algo que tenemos que hacer”.

Ahora con las festividades de Día de Muertos y, después de dos años de pandemia, regresan los accesos para todos y ya con menos medidas restrictivas, lo que genera un ambiente de expectación entre los trabajadores de los cementerios.

“Para nosotros es gusto, porque los años pasados era normar, pero ahora viene micha gente. Sentimos bien porque vemos a muchos conocidos. Entra gente con música, comida, bandas, grupos, norteños. Aunque luego nos toca a nosotros la limpieza de esas visitas”.

Y nos es un trabajo sencillo, sino que tiene su temple y “estómago” para ver de cara a la muerte en el día a día de trabajo.

“Mucha gente dice que para trabajar aquí no, pero si se necesita ganas, necesidad o temple”, finalizó.

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